lunes, 4 de mayo de 2009

¿La seguridad Ciudadana de quién?

Obligado a vivir en su ficción y mentira, García retoma el comienzo del día con la misma tranquilidad que la anterior y la anterior. Sus frases se reeditan de mejor manera y no deja de observarse desde lentes y enfoques diferentes. La patología del que esta en lo cierto muchas veces se confunde con hipocresía, ¿acaso uno cree realmente lo que dice o juega a hacerse el loco?

Djanjo espera una oportunidad para moverse y García habla por la radio, es 1986 y la composición seguridad ciudadana ya resuena, esta está a cargo de los alcaldes –dice- y es tarea de todos. Imposible no imaginar defensa civil: tarea de todos. La verdad es que es mentira.

Tarea de todos no es. De seguro que jugaría un papel importante un comité de seguridad en el que participen ex - convictos, pandiller@s que negocian impunidad, población en riesgo, victimizados más de una vez y victimarios frecuentes. Es mentira que ciudadanos consumidores de sicotrópicos ilegales tengan espacio para alentar un consumo racional, es más sencillo y para muchos mejor apelar al conductismo. Alguien ha visto un comité de SC integrado por mujeres que participan del comercio sexual, incluso, alejados de liberalismos, se ven comités en donde participen estudiantes estatales o grupos de graffiteros. La respuesta es vieja: No, no hay y si existen es una excepción o quizás una anomalía.

El Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana (SNSC) es un ejemplo organizativo para otros países de la región, es considerado nuestro producto bandera como es el policía del plan cuadrante en Chile o el plan de la cultura de Paz en Bogota. Sin embargo, una encuesta a expertos organizada por este blog –es decir, por mí - e ingresada al software del Sistema Métrico de Impactos Cruzados (SMIC), ha permitido un análisis probabilístico a partir de las tendencias, dando señales del futuro y presente de este producto bandera.

La investigación observa los países de Chile, Perú, Colombia y México y califica las hipótesis expuestas en tres dimensiones: baja probabilidad, mediana y alta probabilidad. A manera regional se concluye que existe, de un modo bastante tenue una “alta probabilidad” de que se reconozca y consoliden Sistemas Nacionales de Seguridad Ciudadana; que es similar la tendencia a que se consoliden Planes Nacionales; que existe una “mediana probabilidad” de que se modernicen y profesionalicen las fuerzas de seguridad pública; y finalmente, una reducida “mediana posibilidad” de que cambie la matriz de pensamiento en relación a la seguridad, a considerarla como un ejercicio cotidiano hacia la vida digna.

Al observar el Perú al detalle, la puntuación se pone complicada para los peruanos, es mediana y no alta la probabilidad de que se consolide el SNSC y no hay que ser brujos. La poca integración de actores deslegitima el proceso y lo hace ineficiente, peor aún cuando se integra escasamente a los más perjudicados por la inseguridad: l@s jóvenes. Hay que agregar que el órgano central, CONASEC, no exhibe los planes regionales de SC, menos aún podrá hacer seguimiento de los locales, aunque si podría haber identificado ya los territorios complicados y realizar monitoreos transparentables, pero no, nada todavía. Al menos nada con lo transparentable.

El ejercicio anual de diseñar políticas nacionales – bastante mal diseñadas por la dificultad de hacer seguimiento- es observado en el análisis prospectivo como de mediana consolidación y bastante, bastante lejos la posibilidad de que las fuerzas de seguridad se modernicen o profesionalicen, menos aún que cambie la matriz de pensamiento de control y reacción hacia la construcción de vida digna.

Las alocuciones, poco o muy poco transforman escenarios, mientras que las acciones distantes a la cotidianeidad si lo hacen. La ruptura con el conservadurismo, la puesta a prueba de la costumbre, presa de la libertad, es un camino atrayente, es una ruta de políticas y de programas innovadores e inclusivos.